Me tragare el silencio.
Me tragaré el silencio, Señor.
Ese silencio preñado de quejidos que me acompañan sin cesar.
Me tragaré el silencio, Señor.
Ese misterio que hace que mi dolor les duela a los que yo más quiero y más
sufren por mí.
Me tragaré el silencio, para ahogar en él el último de mis lamentos, y,
lacerando la garganta de mi sufrir, empezaré a sanar de mi enfermedad que no
hace más que impedirme devolver todo el amor que a espuertas recibo.
Me tragaré el silencio para no llorar más. Para no permitir que el lago de
lágrimas que se forma en mis manos lo presencie nadie más que tú, Señor.
Mas, para ti no es necesario mi silencio, únicamente mi amor que agradece,
tanto, esta enfermedad como este silencio que me impongo por amor a los
míos.
Que los tengo, Señor. Sola no estoy. Me acunaste en un hombre noble y
bendito que sin creer en ti no cesa de alabarte en mi persona. Cobijaste mi
locura entre medicamentos que como caramelos endulzaban mi alma al igual que
los besos de mi madre todas las mañanas de este mundo.
Me has dado más de lo que pedía. Inmensamente más de lo que merecía. Soy
feliz. En la enfermedad soy feliz. En el lamento soy feliz. Con las lágrimas
de mis ojos lamiendo mis mejillas soy feliz.
Y tú, Señor, estás conmigo. Y yo en ti. Trago desde hoy estos mis silencios
que son tuyos, nuestros, y,...te amo. Sí, amo a Manuel, mi mástil..., a mi
madre, Carmen, el viento que empuja mis velas. Tú, Señor, el mar sin fin
dónde me llevas de silencio en silencio.
-isabeldelasbenditasalmasdelpurgatorio-
Me tragaré el silencio, Señor.
Ese silencio preñado de quejidos que me acompañan sin cesar.
Me tragaré el silencio, Señor.
Ese misterio que hace que mi dolor les duela a los que yo más quiero y más
sufren por mí.
Me tragaré el silencio, para ahogar en él el último de mis lamentos, y,
lacerando la garganta de mi sufrir, empezaré a sanar de mi enfermedad que no
hace más que impedirme devolver todo el amor que a espuertas recibo.
Me tragaré el silencio para no llorar más. Para no permitir que el lago de
lágrimas que se forma en mis manos lo presencie nadie más que tú, Señor.
Mas, para ti no es necesario mi silencio, únicamente mi amor que agradece,
tanto, esta enfermedad como este silencio que me impongo por amor a los
míos.
Que los tengo, Señor. Sola no estoy. Me acunaste en un hombre noble y
bendito que sin creer en ti no cesa de alabarte en mi persona. Cobijaste mi
locura entre medicamentos que como caramelos endulzaban mi alma al igual que
los besos de mi madre todas las mañanas de este mundo.
Me has dado más de lo que pedía. Inmensamente más de lo que merecía. Soy
feliz. En la enfermedad soy feliz. En el lamento soy feliz. Con las lágrimas
de mis ojos lamiendo mis mejillas soy feliz.
Y tú, Señor, estás conmigo. Y yo en ti. Trago desde hoy estos mis silencios
que son tuyos, nuestros, y,...te amo. Sí, amo a Manuel, mi mástil..., a mi
madre, Carmen, el viento que empuja mis velas. Tú, Señor, el mar sin fin
dónde me llevas de silencio en silencio.
-isabeldelasbenditasalmasdelpurgatorio-
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